lunes, 13 de julio de 2009

La comunicación como campo en el que convergen por: Florángel Gómez

Cuando una madre pronuncia los primeros vocablos para enseñar a su bebé de meses, como el de ma-má, y finalmente logra un primer balbuceo, la respuesta de la madre será una sonrisa y entusiasmo que se reflejará en su expresión facial y en la entonación de su voz, lo que constituye un refuerzo positivo y hasta un condicionamiento, a la luz de la concepción conductista del aprendizaje.
La enseñanza del lenguaje tiene que ver con la relación del aprendiz con el entorno, con una necesidad básica de comunicarse para subsistir, de una necesidad de las familias de poder establecer con los nuevos miembros una relación directa. El lenguaje es una competencia y un conocimiento esencial para el desarrollo humano e intelectual del aprendiz.
En los primeros años de vida la preocupación parental es que el niño y niña aprendan las competencias más esenciales como hábitos de comer, de dormir, hablar, pararse sobre sus extremidades inferiores, caminar y dar afecto. Durante este tiempo pueden percibirse tipos de aprendizaje como el receptivo, descubrimiento, repetitivo y significativo. La familia y sus miembros son educadores activos de este nuevo integrante de la comunidad familiar.
No hay nada tan poderoso como el entorno para el aprendizaje del lenguaje, desde su comprensión hasta adquirir la capacidad de expresarse. Y el aprendizaje del lenguaje se logra a fuerza de repetir vocablos, relacionar significantes con significados, descubrir nuevas relaciones, y de adquirir conocimientos significativos. Cuando el niño ingresa al sistema escolar maneja una competencia en el lenguaje que le permite subsistir en un ambiente controlado y limitado.
El niño descubre antes de recibir su primera clase de castellano las estructuras del lenguaje. Recuerdo cuando mi hija me pedía “plata” para referirse al “plátano”, porque ella entendía que la partícula “no” era negación, así que cuando le ofrecía “plátano”, ella negaba y me pedía “plata”. Había descubierto la negación y la aplicaba a la situación actual, luego debió constrastar el nuevo conocimiento e incorporarlo al previo, y descubrir que lo que ella tomaba por cierto tenía su excepción.
El lenguaje se aprende de una experiencia de vida, inducida y estimulada por el entorno, reforzada con retribuciones como el afecto y la compensación inmediata de la comunicación. Es un conocimiento divertido, que se aprende por repetición, memorización y descubrimiento.
En la escuela el niño adquiere un conocimiento estructurado que se aprende de una forma menos vivencial y sin los refuerzos afectivos tan cruciales como en el seno del hogar. Un niño no tendrá necesidad de manejar conocimiento sobre formas geométricas en su casa pero sí será una materia que deberá aprender en pre-escolar. Inserto en el sistema escolar florecen las metas y objetivos de aprendizaje. Las competencias están sometidas a examen o evaluación y comienzan a separarse de la experiencia real y vivida. Para cuando el joven egrese del bachillerato, esta separación entre conocimiento y su aplicación práctica en la vida cotidiana será más patente. Parte del conocimiento adquirido, para alcanzar unas metas y obtener una evaluación, habrá desaparecido, y otro tanto no tendrá peso evidente para que el individuo se desempeñe fuera del sistema escolar.
En la escuela el niño constrasta su conocimiento previo con nuevo conocimiento como el aprendizaje de la conjugación de verbos irregulares. Es común el error de conjugar un verbo irregular como si se tratara de un verbo regular, siguiendo la estructura aprendida por contacto con el entorno. Es cuando el niño se tropieza con nuevo conocimiento que transforma al adquirido anteriormente.
El lenguaje es vivo, es decir, es cambiante, está en boca de todos quienes compartimos un idioma, una época y un gentilicio. Las reglas, los diccionarios y academias validan ese conocimiento que proviene de una especie de aprendizaje colaborativo, o de una experiencia que puede examinarse desde el constructivismo. Los nuevos vocablos son la respuesta a la necesidad de nombrar un proceso u objeto, calificar una experiencia, o designar un rol a un actor social. Suponiendo que sea una sola persona o ente el que cree este nuevo vocablo, necesita que los demás humanos adopten el vocablo y lo usen para que forme parte efectivamente de la lengua. Y para esto, pasa porque comprendan su significado, lo vinculen a su significante, y lo aprendan.
El nacimiento de un vocablo puede derivarse de una construcción colectiva sin que pueda determinarse el autor, surge bajo ciertas circunstancias, época y vivencias comunes de un grupo de personas en relación directa con su entorno.
El lenguaje se aprende y reaprende a lo largo de la vida, de distintas formas, con diferentes estímulos y refuerzos, por construccción colectiva, con el empuje del entorno, a través de la comprensión de las relaciones entre significado y significante, y llevado por el interés y la motivación de adquirir un conocimiento significativo. Desde la repetición de las palabras, como loros ,hasta la construcción de un discurso, se ponen en funcionamiento los diversos tipos de aprendizaje del ser humano.

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